El 8 de marzo, también conocido como “8M”, Día Internacional de la Mujer, no es una fecha de celebración, sino un día para visibilizar y reflexionar sobre la lucha por la igualdad de género y los derechos de las mujeres. Esta lucha sigue vigente ante los innumerables actos de violencia, discriminación y violación de derechos que existen en nuestra sociedad.

Su origen se remonta a los movimientos obreros de inicios del siglo XX en Nueva York, cuando un grupo de trabajadoras textiles realizaron una huelga para exigir mejores condiciones laborales y el respeto a sus derechos. En respuesta, fueron reprimidas brutalmente y muchas perdieron la vida. A lo largo de los años, han surgido múltiples movimientos en diferentes partes del mundo, consolidando el 8 de marzo como una fecha de conmemoración y lucha por los derechos y la igualdad de las mujeres.

Las marchas y manifestaciones de este día son espacios donde mujeres y aliados nos unimos para alzar la voz y exigir justicia ante feminicidios, desapariciones, violencia de género y la violación sistemática de derechos. Es un grito de denuncia contra un sistema y una sociedad que aún no garantizan la igualdad.

El 8M (8 de marzo) es, y seguirá siendo, un grito de justicia. Sin embargo, la lucha no se limita a un solo día; es un esfuerzo constante que debe sostenerse todos los días para lograr la igualdad salarial, erradicar la violencia de género y el acoso, y garantizar equidad en el acceso a espacios de poder, educación y salud. Es un llamado a la implementación de políticas públicas efectivas que no solo representen, sino que también garanticen la igualdad real.