El dolor tras una ruptura amorosa puede desencadenar una serie de pensamientos negativos y recurrentes, como la creencia de que no podremos seguir adelante, que nuestra vida no será la misma sin esa persona, o que nunca conoceremos a alguien igual. Además de las historias que nuestra mente crea debido a la pérdida, es común experimentar dolor físico. De ahí la expresión “nos rompen el corazón”, la cual, aunque no literal, tiene una base científica. Está comprobado que, tras una ruptura, se activan en el cerebro las mismas zonas relacionadas con el dolor físico. Este es un mecanismo de defensa del cuerpo ante el rechazo.

Por otro lado, entramos en un estado de abstinencia emocional. Durante una relación, nuestro cuerpo segrega neurotransmisores asociados al placer y la recompensa, como la dopamina, y la hormona oxitocina, que genera una sensación de calma. Tras la ruptura, los niveles de estos químicos disminuyen, mientras que el cortisol, la hormona del estrés, aumenta. Esta exposición prolongada al cortisol puede provocar síntomas físicos como dolor en el pecho y dificultad para respirar.

La psicoterapeuta Brenda Cuellar, del Centro Empareja, señala que después de una ruptura, lo mejor está por venir. Es a través del cierre de esta etapa y del proceso de duelo que podemos resignificar la pérdida, obteniendo aprendizajes que nos ayudan a conocernos mejor a nosotros mismos. Este autoconocimiento nos permite reflexionar sobre lo que deseamos repetir y mejorar, tanto en nuestra vida individual como en nuestras relaciones con los demás.

Además, ese vínculo nos ayudó a desarrollar habilidades que ya poseíamos o que hemos adquirido, para enfrentarnos a los desafíos que nos plantea la vida, incluidas futuras pérdidas, ya que la pérdida es una parte fundamental del ciclo vital de cada persona. Si estás atravesando una ruptura amorosa, no dudes en buscar apoyo profesional. No estás solo/a. Acércate a nosotros; en Centro Empareja estamos aquí para ayudarte.

¡Te esperamos!